Seis meses es el plazo que he necesitado para darme cuenta de que, aunque me duela, por la devoción que siento por la biología, y pese a mis buenas intenciones, me he equivocado comprando un animal exótico como animal de compañía. No puedo evitar el intentar concienciar, debido a la experiencia, a aquellos que verdaderamente sientan curiosidad y apoyen la continuidad de la biodiversidad, del error de hacer negocio con este tipo de “bienes”. Desde el punto de vista de una alumna de la Facultad de Empresariales, veo importante hacer un examen o balanza de las necesidades y el coste social de las mismas. Muchos son los libros que nos dicen que uno de los objetivos de las empresas es satisfacer la necesidades de los consumidores, el problema viene cuando, existiendo una necesidad, no se analiza la repercusión social de su satisfacción y aquí es donde me gustaría incluir a los animales exóticos, entre otros, que hoy son un producto más para obtener beneficios, al margen de las consecuenc...